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En el principio, El Hierro estaba habitada por pastores. Todas las tierras eran comunales. Había cientos. Pero allá por el siglo XVII, quienes ostentaban el poder subastaron las tierras del norte, las más fértiles, para destinarlas a la agricultura. Se pagaron en maravedís.
Lo cuenta Lalo Fonte como si la moneda hubiera estado en curso hasta anteayer. Tiene la historia fresca. La aprendió de su padre, que la supo de su abuelo, y este de su tatarabuelo. Todos fueron pastores, los auténticos dueños de la Virgen de los Reyes.
En 1546,la estatuilla viajaba rumbo a América en un bagel que se refugió en el mar de las Calmas tras una cadena de tempestades que demoró su partida y mermó sus provisiones. Los pastores, comandados por su alcalde Bartolomé de Morales, «al ver que esa era la necesidad, se vinieron a los pagos a buscar comida, porque no tenían ni para ellos, y se la llevaron al barco». Sus tripulantes, en señal de gratitud, les donaron una virgen, que colocaron en una cueva. Hoy es el símbolo identitario de la isla.
«Una cosa es creer y otra es querer. Nosotros queremos a la Virgen», comenta el pastor, uno de los últimos que quedan. «Antes, en la isla, todos éramos pastores, por eso la Virgen de los Reyes es de los herreños», explica Fonte, gran conocedor de la historia y la naturaleza insular.
Su versión coincide en lo esencial con la del arcipreste José Manuel Urbina, presidente de la Fundación Virgen de los Reyes, que en este año de Bajada recuerda que la patrona de El Hierro es una emigrante y reivindica esa misma caridad con quienes hoy arriban a la isla huyendo del dolor.
Fonte aparta la fe de los orígenes del traslado de la estatuilla desde La Dehesa a Valverde, capital donde vivían «los rabos blancos, los que mandaban».
A principios del XVII, más de un siglo antes del voto que instituyó la Bajada cada cuatro años, los pastores se negaron a pagar tributos. Para obtener fondos, el ayuntamiento siguió subastando terrenos fértiles, cerca del Garoé y hasta San Andrés. «Se sabe pero no se comenta: aquí hubo un asentamiento judío, tenían dinero», dice.
Una gran sequía llevó a los pastores, arrinconados en las tierras más agrestes, a pedir llevar la virgen a Valverde. La petición fue rechazada. Entonces, en secreto, caminaron por la noche con la virgen hasta la Cueva de Lemus, a las puertas del pueblo, y avisaron al cura. «¡Fue por rebeldía, fue político!», sostiene Fonte.
Tiempo después, en un segundo traslado, negociaron. Se detuvieron las subastas y el Conde de La Gomera cedió a los pastores el territorio comunal de La Dehesa. Lo cuenta Fonte desde sus tierras, próximas al polideportivo sin techar de San Andrés que hoy sirve de Centro de Acogida Temporal de Emigrantes.
«Y te adelanto esto: la Virgen de los Reyes ha sido más política que otra cosa. Los pastores ni creían en los curas, ni creemos. La respetamos porque es nuestra. Yo soy ateo, pero que no me toquen a la Virgen», dice este hombre de 48 años cumplidos y 79 a punto de cumplir.
Solo quedan nueve pastores en la isla, pero hay un centenar de varas de madera listas para que los nuevos 'pastores' despejen el camino de la Virgen.
Antes eran autoridades. Por eso, son ellos quienes alzan a la Virgen para iniciar la Bajada. La entregaban en la Piedra del Regidor a los mandatarios de Valverde. Ahora solo la portan hasta la salida de la ermita. Salvo en 1997, cuando Fonte, ya en la puerta, le dijo al presidente del Cabildo: «Tomás, lo siento, pero no te voy a entregar la Virgen». Así fue. «Quería que los pastores ganáramos esa batalla antigua», relata el que fuera alcalde de los pastores durante 23 años.
Según Fonte, ya nada es como antes. «Delante de la Virgen no se puede poner nadie: ni bailarines, ni tocadores. La bajada empieza a las 5 de la mañana y tiene que estar a las 9 en Valverde. Eso es matemático», protesta, al ver que hoy termina pasada la medianoche y que las viejas reglas no se cumplen.
¿Y qué queda de la Bajada auténtica? ¿El reencuentro con los herreños que viven fuera? «Eso se ha perdido. Si te cuento todo lo que ha cambiado la Bajada tendrías que escribir un libro», suspira con nostalgia añeja, de siglos.
Los pastores eran la autoridad en la Bajada. No es tarea fácil. Siempre hay algún conflicto. Este año también. Algunos quieren impedir que los bailarines de otros pueblos bailen fuera de su raya. Los de Sabinosa, buque insignia de los bailarines, se han plantado. Anuncian que cumplirán el voto y llevarán la imagen hasta la Raya de Binto en silencio. Creen que no se debe impedir que, quien quiera, baile. Es más complicado, pero desean que la Bajada conserve su espíritu de encuentro alegre entre los pueblos herreños, hermanados en la devoción hacia la madre amada. «La Virgen de los Reyes es la auténtica protagonista, no los bailarines», asegura el presidente de la Agrupación Folclórica de Sabinosa, Herminio Sánchez.
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