Por qué no debes poner un bañador azul o verde a tus hijos para ir a la playa o la piscina
Solo el año pasado fallecieron un total de 34 menores de catorce años ahogados
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Las cifras son demoledoras. Cada año mueren en nuestro país más de una treintena de niños ahogados en playas, piscinas, ríos y pantanos, una realidad ... terrible que se repite todos los veranos. Nos despistamos un momento y ocurre la tragedia. Y lo peor es que «la gran mayoría de los ahogamientos con víctimas mortales menores de 14 años se podrían haber evitado si se hubiesen tomado las precauciones adecuadas tanto antes como durante el baño», alertan en la Federación Española de Salvamento y Socorrismo.
Y no solo eso. «Por cada fallecido puede haber de uno a cuatro ahogamientos no mortales que requieren hospitalización y pueden dejar secuelas en el niño con distintos grados de daño neurológico», añaden en la Asociación Española de Pediatría (AEP), que acaba de elaborar una guía con consejos prácticos para evitar accidentes infantiles durante las vacaciones de verano.
Mejor rojo o fluorescente
Además de no perder de vista a los niños ni un solo momento –bastan diez centímetros de agua para que un bebé se ahogue–, también se pueden tomar otras medidas muy sencillas y eficaces para no tener sustos en el mar o la piscina, especialmente con los más pequeños. Una de ellas es evitar los bañadores azules y verdes, dos tonos muy usados en estas prendas de baño precisamente porque recuerdan los colores del agua. Y este es el principal problema.
«Cuando un niño se hunde en el agua y lleva un bañador de estos tonos es mucho más complicado localizarlo porque se puede mimetizar con los colores del fondo de la piscina o del mar. Sin embargo, si lleva puesto un bañador de un tono llamativo y que destaque (rojo, naranja, rosa, fluorescente...) es mucho más sencillo encontrarlo a la primera, sobre todo cuando nos ponemos nerviosos o el agua está muy revuelta», explican los responsables de la campaña 'Ojo peque al agua', creada para concienciar a padres y familiares sobre la necesidad de «vigilar constantemente a los niños».
Supervisión permanente
De hecho, los expertos en salvamento y socorrismo insisten en que «no hay mayor seguro de vida en los entornos acuáticos que una supervisión adulta permanente». Un dato: el 30% de los menores fallecidos por ahogamiento no contaban con la vigilancia de una persona mayor, alertan en la Asociación Nacional de Seguridad Infantil. Y la mayoría de las muertes en niños menores de 4 años ocurren en piscinas privadas a la hora de la sobremesa y la siesta, entre las 15.00 y las 18.00 horas.
Regla del 10/20
Para evitar ahogamientos infantiles, también se aconseja seguir la regla del 10/20, una estrategia de vigilancia que establece que el adulto encargado de controlar a los niños mire al agua cada 10 segundos como mínimo y los tenga al alcance de su mano a una distancia que pueda recorrer en 20 segundos como máximo.
Los expertos recomiendan nombrar a una persona responsable de cuidar a los niños e ir haciendo turnos para que no se produzcan malentendidos del tipo 'creía que estaban con su abuela' o 'pensaba que se ocupaba su tío'. Ahora bien, el encargado de supervisar a los niños tiene que centrarse en vigilar. Nada de contestar un 'whatsapp', ojear un libro o charlar con el de al lado.
Ni manguitos ni flotadores
Los flotadores y manguitos no son salvavidas y pueden ofrecer a los padres una falsa sensación de seguridad. «En este sentido, el chaleco es el dispositivo más aconsejable», coinciden todos los expertos, que también alertan sobre el peligro de los inflables en el mar. «Tu hijo no será el primero ni el último que se quede dormido en una colchoneta y vaya a la deriva», coinciden.
Pelo recogido y sin collares
Los responsables de la Asociación Nacional de Seguridad Infantil también recomiendan «evitar llevar el pelo suelto, la ropa de baño holgada, colgantes, cadenas, cuerdas o cualquier otro elemento que pueda ser succionado. Además, es aconsejable que todos los adultos conozcan la ubicación del apagado eléctrico de la piscina para poder actuar con rapidez en caso de atrapamiento».
El mito del corte de digestión
El famoso 'corte de digestión' no es más que un mito. «Eso sí, uno muy arraigado y difundido. Tradicionalmente se aconsejaba esperar unas dos horas después de una comida antes de bañarse para evitar ese supuesto riesgo. Sin embargo, el término correcto para el fenómeno que tanto preocupa es el del síncope por hidrocución, un choque térmico que afecta a la circulación y que puede darse tanto dentro como fuera del agua. Para prevenirlo, se aconseja aclimatarse de forma gradual al agua, mantenerse bien hidratado, evitar comidas copiosas y la exposición prolongada al calor, además de estar alerta a cualquier signo de mareo, debilidad o malestar», explican en la AEP.
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