Radiografía del descenso de la UD Las Palmas y la debacle de un proyecto fallido
Fútbol ·
Dice adiós a la máxima categoría en una campaña donde no estuvo a la altura. La dirección deportiva y el presidente se llevaron los pitos de una afición cansada
Lo que mal empieza, mal acaba. La UD despidió, y menos mal, una temporada para olvidar de principio a fin. La marcha de García Pimienta al Sevilla dejó huérfano el banquillo amarillo. Y Las Palmas tuvo la genial idea de interesarse por un entrenador que tenía contrato con el Real Oviedo y que, por si fuera poco, estaba en los playoffs de ascenso para subir a Primera División, llegando hasta la final y cayendo contra el Espanyol, lo que alargó la espera. Hablamos de Luis Carrión, por el que el club insular esperó casi un mes, y mientras armaba la plantilla todavía no tenía jefe en su caseta, y al que luego destituyó tras nueve jornadas seguidas sin lograr una sola victoria. Así se despidió el catalán de la isla, con tres míseros empates —uno de ellos ante el Real Madrid, todo sea dicho—. Con tres puntos de 27 posibles, mantenerle en su cargo era imposible.
Le sucedió Diego Martínez. Un opuesto en todo. Mientras que Carrión proponía —o quería— un fútbol vertical y ofensivo, el gallego, que no empezó mal, se mostró en las antípodas. Renunció la UD a sus ideales de desear siempre la pelota y de levantar a sus aficionados de los asientos con técnica exquisita. Abusó Las Palmas del balón en largo, sin guía y sin norte, perdió por el camino, encima, a Kirian Rodríguez, que recayó de la enfermedad, y en invierno se incorporaron solo Bajcetic y Pelmard. El primero llegó cedido del Liverpool para tapar el agujero del tinerfeño. El segundo todavía no se sabe ni qué hace en Gran Canaria. Un fichaje de esos que señala a una dirección deportiva caduca y desnortada que configuró una plantilla nueva en verano con 14 fichajes (Cillessen, Horkas, Viti, Álex Muñoz, McKenna, Iván Gil, Manu Fuster, Essugo, Januzaj, Fábio Silva, Iván Cédric, Jaime Mata y Marvin, ejerciendo por este último una opción de compra tras sus nefastos dos años de cesión).
El broche final llegó con el cierre de una tortura que ya pesaba en demasía para una afición maltratada y que sí es de Primera División. El descenso es la debacle y la confirmación de un proyecto fallido, que necesita savia nueva. La desastrosa gestión esperando por Carrión y su tempranero cese después de no dar con la tecla, la apuesta por su antónimo Diego Martínez, en las antípodas de lo que proponía Carrión, y la falta de mimbres para pelear por el objetivo de la permanencia condenaron a la UD a volver a los infiernos.
La llegada de Carrión, el cambio por Diego Martínez y Marvin.
UDLP, Ep y Cober
Hubo momentos, tras la llegada de Diego Martínez, que debutó con una sorpresiva victoria en Mestalla por 2-3 ante el Valencia, en los que parecía que Las Palmas podía despegar. Es más, la UDlogró 19 de 27 puntos posibles entre las jornada 10 y la 18. Se disparó la ilusión. Pero luego llegó el desplome. Un mazazo que se dio a fuego lento. Se sucedieron 12 jornadas seguidas sin ganar, logrando tan solo cuatro puntos de 36 posibles, lo que ya prácticamente fulminó toda opción de permanencia. Los triunfos luego ante el Getafe (1-3) y el Atlético de Madrid (1-0) fueron un mero espejismo, puesto el combinado isleño encadenó seis derrotas seguidas, desperdiciando incluso dos partidos consecutivos en el Gran Canaria que, a priori, debían haberse vencido.
Se sacó dinero por Coco, se marcharon gratis dos pilares como Álvaro Valles y Sergi Cardona, y cada línea del campo empeoró. El proyecto 'low cost' de Ramírez resultó costando caro y los dardos de Luis Helguera en sus fichajes pocas veces acabaron en la diana. Tan solo respondieron los porteros, Viti y Fábio Silva. De resto, fue un despropósito. Y el regalo de Deivid fichando a Jaime Mata, con quien coincidió en el Valladolid, y que se va a marchar de la UD con cero goles en Liga, cobrando una pasta, es otro indicativo de que Las Palmas estaba abocada al fracaso en la temporada 2024-25. La dirección deportiva y el presidente Miguel Ángel Ramírez se llevaron los pitos y el suspenso de la grada, que les exigió responsabilidades. Y ahora, a ver cómo se arregla este fiasco porque habrá que hacer un equipo nuevo.
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