La moción que cambió el rumbo político de Canarias
«No tomes la vida demasiado en serio; nunca saldrás vivo de ella». Elbert Hubbart
José Miguel Bravo de Laguna
Expresidente del Parlamento de Canarias
Sábado, 21 de junio 2025
Las lectoras y lectores que hayan tenido la benevolencia de seguir todos —o al menos algunos— de los capítulos anteriores de esta rendición de cuentas ( ... ya van 19 antes de este) saben que suelo comenzar con una frase de algún escritor, filósofo, político o personaje destacado de cualquier ámbito del pensamiento. La cita que encabeza esta entrega es de Elbert Hubbard, escritor y editor norteamericano, famoso por sus frases ingeniosas. Que yo las reproduzca aquí no implica necesariamente que comparta siempre su contenido. En este caso concreto, no estoy de acuerdo con la afirmación, aunque reconozco que tiene agudeza, atrevimiento e incluso un tinte de humor negro —lo que ya es bastante decir—.
Por el contrario, pienso que justamente porque la vida es finita, limitada por un tiempo implacable, merece ser tomada muy en serio. Eso exige coherencia entre el pensamiento y las circunstancias personales, respeto por el entorno social, familiar e incluso territorial. Exige cuidar nuestras acciones, y también nuestras pasividades, para que —si es posible— sean positivas.
Eso he intentado hacer en mi vida, tanto en lo personal como en lo político, aunque, como es natural, no he estado libre de errores. A esa vida política es a la que rindo cuentas ahora, de forma resumida, ante mis conciudadanos. Muchos de ellos hicieron posible, con sus votos y todos con sus impuestos, que dedicara cerca de 40 años de mi vida a la actividad política. Una actividad en la que fui siempre elegido —en doce campañas electorales y en distintos ámbitos territoriales: nacional, autonómico, insular y local—. La política ha sido, en mi caso, no solo una vocación, sino también una profesión, que durante un tiempo compaginé con la que considero mi verdadera profesión: la de abogado del Estado (oposiciones de 1973) y/o abogado en ejercicio.
Permítanme repetir una frase ya citada, esta vez de Unamuno:
«Hablo mucho de mí mismo, pero es que soy la persona que tengo más a mano».
1991: Un punto de inflexión
En esta entrega me centraré en el periodo de mi vida que comenzó en 1991. Aquel año terminó mi etapa como consejero del Cabildo Insular de Gran Canaria. Ya en 1989 había cesado como diputado a Cortes tras trece años de servicio parlamentario. Tras estas etapas, me reincorporé a los Servicios Jurídicos del Estado, con la idea de abandonar la política, convencido de que, más que yo dejarla, era ella la que me había dejado a mí.
Pero el destino tenía otros planes.
A mediados de 1991, con motivo de las elecciones autonómicas y locales, el recién constituido Partido Popular —resultado de la incorporación de Alianza Popular, Demócratas Cristianos y el Partido Liberal— me propuso encabezar la candidatura al Parlamento de Canarias por Gran Canaria. Como recordarán, se elegían 60 diputados por circunscripciones insulares, correspondiendo 15 escaños a Gran Canaria.
Acepté el reto, encabezamos la candidatura y obtuvimos 3 escaños por esta isla. Fue un resultado modesto, pero mejor que en el resto del archipiélago: conseguimos solo tres escaños más —uno por Tenerife (donde el candidato regional era Fernando Fernández, expresidente por el CDS), otro por El Hierro y uno por La Palma.
Mis compañeros de lista por Gran Canaria fueron Blas Rosales y Ricardo Rodríguez Martinón, de quienes guardo un grato recuerdo por su compañerismo y lealtad.
El salto a la presidencia regional del PP
Pocas semanas después, recibí en Gran Canaria la visita de Francisco Álvarez-Cascos y Mariano Rajoy, entonces secretario general y vicesecretario del PP, respectivamente. Me propusieron presentarme como candidato a la presidencia regional del partido en el congreso que se celebraría poco después. Acepté y salí elegido.
No fue una elección fácil. Yo procedía del sector liberal del partido, mientras que la militancia proveniente de la antigua Alianza Popular de Fraga era más numerosa. Tuve oponentes cualificados, como Felipe Baeza y Paulino Montesdeoca, ambos diputados nacionales y abogados prestigiosos. A pesar de ello, conté con importantes apoyos en Gran Canaria y otras islas, como Rafael de León en Lanzarote y los Ignacio González (padre e hijo) en Tenerife.
Oposición y cambio político en Canarias
Durante esa legislatura, el PP —con sus 6 diputados— se situó en la oposición. El Gobierno regional fue presidido por Jerónimo Saavedra, del PSOE, que con 23 diputados necesitaba apoyos parlamentarios para alcanzar la mayoría absoluta (31 escaños). Los encontró en ATI (Agrupación Tinerfeña Independiente), que obtuvo la vicepresidencia del Gobierno para su líder Manuel Hermoso, así como en otras fuerzas insularistas, como Asamblea Majorera (Ildefonso Chacón) y Casimiro Curbelo por La Gomera.
Sin embargo, en marzo de 1993, se produjo un giro inesperado. Una moción de censura encabezada por ATI propuso como presidente a Manuel Hermoso, y prosperó: 31 votos a favor —incluyendo el polémico voto de Dimas Martín, diputado por Lanzarote—, 23 en contra (PSOE) y 6 abstenciones... las nuestras, del PP.
Este cambio, que algunos calificaron de recambio más que de cambio, tuvo consecuencias profundas que no se limitaron a Canarias. A partir de 1995, sus efectos se hicieron sentir incluso a nivel nacional. Reservo para la próxima entrega el análisis de estas repercusiones. Pero para cerrar esta, me permito reproducir algunos fragmentos de mi intervención en el debate del 18 de marzo de 1993, recogida en el Diario de Sesiones 33/93 del Parlamento de Canarias:
«El artículo 20 del Estatuto de Autonomía dice que el Parlamento puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de una moción de censura. Esta es la primera vez que se pone en marcha en Canarias. Hay que recordar que se trata de la responsabilidad política de todo el Gobierno. En consecuencia, hay aquí un componente indudable de autocensura, porque parte del Gobierno anterior se censura a sí mismo, o parte de los censurantes son, a la vez, censurados».
Más adelante añadí:
«Hemos asistido, tras el discurso del sr. Hermoso, a la presentación ante la sociedad canaria de Coalición Canaria… y no sé qué es exactamente Coalición Canaria, pues en este Parlamento no existe un grupo como tal. Lo que se ha hecho es presentar un programa de gobierno con vistas a las próximas elecciones generales».
Y finalmente expliqué nuestra posición:
«Nosotros vamos a abstenernos en la moción de censura porque compartimos gran parte de la crítica al Gobierno, pero tampoco estamos de acuerdo con una investidura que dé lugar a un gobierno nacionalista. Creemos que esa no es la solución para Canarias. No vamos a estar con esa nueva mayoría, pero tampoco seremos una oposición sistemática, ni entraremos en ningún frente 'anti-nada'. Lo más terrible e que podría ocurrir hoy en Canarias sería crear la sensación de un frente nacionalista y otro antinacionalista. Yo, en general, soy poco belicoso: los frentes los dejo para los campos de batalla».
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