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Con cada cita electoral europea, la sombra de la ultraderecha acecha al Viejo Continente y su unidad tiembla. Ocurrió en las elecciones de la UE ... de junio de 2024 –en las que los ultras formaron el tercer mayor grupo del Parlamento–; también en los comicios alemanes, donde la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) logró unos resultados históricos. Y este domingo, este fenómeno se ha vuelto a repetir en Rumanía, donde el candidato ultranacionalista y euroescéptico, George Simion, ha ganado la primera vuelta de las presidenciales con un 40,9% de los votos.
Aunque en Bruselas la Comisión Europea mantiene silencio sobre los comicios –que considera un asunto de competencia exclusivamente nacional–, el nerviosismo es palpable ante la victoria de un político que se ha negado de manera firme al envío de apoyo militar a Ucrania y que se considera a sí mismo como «el aliado natural de Trump».
Estas afirmaciones acercan a Simion al ideario del líder magiar y también populista, Viktor Orbán, que en los últimos años ha complicado la adopción de decisiones importantes por parte de los Veintisiete, como la creación de los fondos de recuperación de la pandemia y la aprobación de Ucrania como país candidato a entrar en la Unión Europea (UE), entre otros.
Al Ejecutivo comunitario no le interesa que la mecha que ha prendido Orbán se extienda por el continente. Aunque ya lo está haciendo, alimentada por el descontento social y las crisis económicas, sanitarias y comerciales que ha atravesado el bloque en los últimos años. Lo mismo ocurre más allá de las fronteras europeas, en el Reino Unido, donde el partido populista de derechas de Nigel Farage –Reform UK– ha sido el claro ganador de las elecciones locales celebradas la semana pasada, con un 40% de las papeletas.
La victoria de Farage se produce además en un momento en el que se observa un deshielo de las relaciones entre la UE y el Gobierno británico del laborista Keir Starmer tras el Brexit. De hecho, el próximo 19 de mayo se celebrará en Londres la primera cumbre entre ambas potencias desde la salida del Reino Unido del bloque comunitario.
Que Farage haya arrasado en los comicios locales tiene que ver en gran parte con su discurso contra las llegadas de migrantes, que casa con el rechazo de la población británica a la inmigración –al igual que ocurre con AfD en Alemania–. La respuesta de Starmer ante este asunto tampoco es que haya sido tibia, precisamente: defendió la idea de la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, de crear centros de detención de migrantes en países fuera de la UE. Pero el golpe encima de la mesa de Farage supone el acuse de desgaste de un gobierno que apenas lleva diez meses en el poder.
Aunque el voto a los partidos conservadores sigue escapándose a los populismos y movimientos radicales debido a la polarización, la mayoría de gobiernos europeos siguen en manos de formaciones tradicionales. Actualmente la mayoría están en manos del Partido Popular Europeo (PPE) –Alemania, Finlandia, Suecia, Polonia, Grecia, Austria, Lituania,Letonia y Croacia–, mientras que España, Dinamarca y Malta cuentan con Gobiernos socialistas.
La ultraderecha y los populismos, por su parte, se han hecho con el poder en Italia (octubre de 2022), Hungría (2010) y Eslovaquia, con el populista Robert Fico en el Gobierno desde 2023. También forma parte de los Ejecutivos de coalición de Países Bajos –con la ultraderecha de Geert Wilders– y Bélgica, cuyo primer ministro, Bart de Weber, forma parte de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA). Además, cuenta con una posición de fuerza en países como España, donde Vox es la tercera fuerza del Congreso; Francia, con el partido de Marine Le Pen; y Austria, donde la ultraderecha estuvo a punto de formar Gobierno.
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