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El escritor noruego Bjorn Andreas Bull-Hansen, autor de 'Vikingos', posa en la biblioteca de El Retiro, en Madrid. Esther Vázquez
«Los vikingos luchaban descalzos para no resbalarse en el campo de batalla»

«Los vikingos luchaban descalzos para no resbalarse en el campo de batalla»

Bjorn Andreas Bull-Hansen presenta en España 'Vikingos', la primera de su saga de novelas sobre los mercenarios del norte

Sábado, 10 de mayo 2025, 00:01

Luce una imponente melena y una barba abundante que ya le otorgan cierto aire de misterio y fortaleza, pero para despejar cualquier duda Bjorn Andreas Bull-Hansen (Oslo, 52 años) aparece vestido como un auténtico vikingo del siglo X, con un colgante del martillo de Thor al cuello y sujetando un cuchillo forjado a hierro, réplica de los legendarios sax que portaban sus ancestros. «Me gusta vestirme así para las fotos y de paso ilustrar la época vikinga», tranquiliza el escritor noruego, que ha venido en son de paz a Madrid a presentar 'Vikingos' (Espasa), la primera entrega en español de su saga de novela histórica (tiene otros seis libros), que cuenta la fascinante época vikinga a través de la vida y aventuras de Torstein Tordmodson.

En la Noruega del año 993 y con solo 12 años, Torstein es testigo del cruel asesinato de su padre a manos de extranjeros que lo apresan y se convierte en su esclavo hasta que logra escapar de su yugo y es aceptado por los jomsvikingos, una hermandad de mercenarios con estrictos códigos de honor con quienes convivirá y se adiestrará en la lucha hasta llegar a ser su mejor guerrero y el hombre más temido de todos los mares.

Traducida a 13 idiomas (sorprendentemente no está aún en inglés), la serie lleva medio millón de ejemplares vendidos, que han convertido a Bull-Hansen en un fenómeno literario en los países nórdicos, acrecentado por su canal de divulgación de la historia vikinga en YouTube (acumula más de 700.000 suscriptores) y por el hecho de haber sido campeón noruego de halterofilia.

El autor, que vive junto a su mujer y sus dos hijos en un fiordo de Fredrikstad, al sur de Noruega, es un enamorado de la cultura vikinga, que lleva investigando desde hace 30 años (estudió Económicas, pero siempre se ha dedicado a la literatura), lo que le ha servido para documentar hasta el extremo sus novelas y desmentir algunas creencias que nos han llegado a través de series tan populares como 'Vikings' (Netflix). Por ejemplo, que las mujeres luchaban junto a los hombres. «No eran guerreras. A las niñas se les enseñaba habilidades de lucha, pero solo como deporte; los vikingos no querían poner en riesgo a la siguiente generación situando a las mujeres en el combate. Los hombres son prescindibles, las mujeres no. Además, ellas eran significativamente más bajas, medían entre 1,52 y 1,55 metros de altura frente al 1,70 de los varones», precisa.

Según Bull-Hansen, los vikingos tampoco lucían tatuajes en sus cuerpos y rostros (como el legendario Ragnar Lothbrok de 'Vikings' y sus guerreros), «ni eran tan crueles como los pintan». Y normalmente luchaban con los pies desnudos para no resbalarse en los campos de batalla del norte de Europa, habitualmente llenos de agua, nieve y hielo. «El calzado carecía de una suela en condiciones y se escurrían, cayéndose al suelo», explica mostrando las botas que lleva puestas, una réplica de las vikingas, cubiertas en su base por un cuero muy fino.

En cuanto al Águila de Sangre, el ritual por el que los antiguos nórdicos ejecutaban a sus peores enemigos abriéndoles la espalda aún vivos, separándoles las costillas y sacándoles los pulmones, el autor confiesa que no tiene «ninguna evidencia histórica» de que se practicara, pero admite que aparece en una de las novelas de su saga. «Hay cosas que no sabemos con certeza y he tenido que imaginarlas, por eso he escrito una novela y no un ensayo histórico», indica. Sí confirma la relación tan natural de las mujeres con el sexo, una práctica que no sentían como un tabú «o algo vergonzoso» hasta la irrupción del cristianismo.

Bull-Hansen sostiene que los vikingos no sólo llegaron a América antes que Colón, en concreto a Terranova, relativamente cerca de Groenlandia, desde donde zarparon en busca de madera y «piedras de hierro», sino que exploraron el continente más al sur. «Tenían los mejores barcos, podían hacerlo y tengo la convicción de que lo hicieron, pero no puedo probarlo», señala. Aunque en su saga no aparece España, asegura que hay ADN vikingo «en muchos españoles» porque los nórdicos navegaron por el Mediterráneo.

«Autenticidad» vikinga

Orgulloso de sus antepasados, apasionado por su historia, y coleccionista de reliquias vikingas (se ha traído a Madrid un broche que se usaba en los vestidos y una pequeña herramienta para hacer fuego), el autor publicó en 2017 el libro que ahora sale en España al calor del interés por una cultura milenaria y toda la mitología nórdica con sus valquirias, el Valhalla, Freya y Odín, que hoy sigue fascinando. Bull-Hansen atribuye esa atracción a la «profunda» conexión de los vikingos con la naturaleza y al carácter indómito «y auténtico» de sus hombres y mujeres.

«La gente ve tal cantidad de normativas y restricciones en la sociedad actual que yo creo que se siente identificada con los vikingos porque se rebelaron ante las normas que les querían imponer», apunta el autor citando expresamente el cristianismo, al que muchos vikingos se convirtieron forzosa o voluntariamente. «El cristianismo se expandió con la espada y se recurrió a él como arma política para centralizar el poder y tejer alianzas utilizando los matrimonios entre distintas casas reales», dice.

Bull-Hansen no se pronuncia a la hora de escoger entre el primigenio paganismo de sus ancestros y el cristianismo («yo solo creo en la naturaleza» ) y subraya que, desde el principio, su idea con 'Vikingos' fue la de contar una historia vista desde el otro lado, «desde unas personas a las que siempre se las suele caracterizar como crueles y villanos». A lo largo de las 628 páginas de libro, el autor se pone el reto de llevar al lector a la Edad Vikinga. «Quiero que la veas, la huelas, la sientas; en muchos aspectos era un mundo brutal, pero también era un mundo de belleza inimaginable, de amistad cercana, amor y pasión», describe el narrador, que admite que los personajaes de su novela se han vuelto para él tan reales que hay días en los que «casi no puedo distinguir dónde termina Torstein y dónde empiezo yo». Y menos aún ataviado con su ropaje vikingo.

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