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El avance del Plan de Recuperación del drago de Gran Canaria (Dracaena tamaranae) que el Gobierno regional somete actualmente a información pública y audiencia cifra en 61 los ejemplares (48 juveniles y 13 adultos) que sobreviven de esta especie endémica en peligro de extinción en riscos y laderas inaccesibles del suroeste.
Según los últimos censos elaborados, en particular un informe de seguimiento de 2023, su número se ha reducido en un 20% en los últimos 20 años. Se trata de una población «ínfima y muy fraccionada», distribuida principalmente desde el tramo medio del barranco de Fataga hasta el barranco Tejeda-La Aldea.
Estos pocos ejemplares, localizados en enclaves puntuales de la zona termófila entre los 400 y los 900 metros sobre el nivel del mar, aunque hay individuos entre los 342 y los 1.270 metros, tienen cierta tendencia a la sombra y la humedad y están sometidos a varios factores de amenaza.
El bajo número de efectivos hace que se vean afectados por la pérdida de variabilidad genética y que la especie sea muy vulnerable a efectos azarosos, como los continuos desprendimientos en su hábitat, las sequías periódicas, los vendavales, las lluvias torrenciales o los incendios.
Además, Dracaena tamaranae se ve mordida por cabras y conejos en sus fases iniciales de crecimiento y está sometida a una elevada presión antrópica, que ha generado una notable destrucción y fragmentación de su hábitat.
Su floración, escasa, breve y con frecuencia tempranamente abortada, tampoco ayuda. Entre 1994 y 2010 solo fructificaron 5 individuos, todos en Mogán, de los que se logró recolectar unas 2.900 semillas utilizadas para su conservación en el Jardín Botánico Viera y Clavijo y otras instituciones locales, nacionales e internacionales, y para su uso en programas de restauración de su población en el medio natural.
De la dificultad que entraña su plantación da fe el hecho de que entre los 300 individuos plantados en el área natural de la especie en las campañas realizadas, a partir de ejemplares procedentes del Jardín Canario, las pérdidas fueron del 50% y en algunos casos del 100%. Fue mucho mejor la campaña hecha en varios puntos de la Montaña de Los Cedros, dentro del proyecto Life+Guguy, en la que se plantaron 22 ejemplares seleccionados por expertos y todos arraigaron.
El Plan de Recuperación, con un presupuesto de casi 1,1 millones de euros, propone 37 acciones para 8 objetivos revisables que deberá llevar a cabo el Cabildo durante cinco años, prorrogables si antes no se alcanza la cifra de 300 ejemplares, se reducen al máximo los factores de amenaza de la especie y su hábitat y se garantiza su conservación a medio plazo mediante el mantenimiento de material vegetal ex situ.
Entre esas medidas figura la producción en vivero de ejemplares, a partir de las semillas recolectadas en sus núcleos naturales y eventualmente de las colecciones de planta viva, hasta obtener al menos 500 ejemplares, 270 para reforzamientos, 200 para establecer nuevos núcleos y 30 para las colecciones de planta viva.
La especie fue descrita por primera vez en 1998 por A. Marrero, R. S. Almeida & M. González Martín. Hasta entonces sus ejemplares se consideraban parte de la especie del drago común de Canarias (Dracaena draco).
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