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La obsesión que sufren muchas personas por no perderse nada de lo que puede ofrecerle en cada momento internet, bautizada por los expertos como FoMo ' ... online', es, además de un embrión de trastorno psicológico, un desencadenante de otros posibles comportamientos problemáticos o de riesgo en el caso de los niños y adolescentes. Así lo ha logrado determinar un estudio realizado por especialistas de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) junto colegas de las universidades de Valencia y del País Vasco.
Los tres equipos de expertos decidieron poner la lupa en los españoles de 11 a 14 años, los que transitan entre la niñez y la adolescencia, con el objetivo de que los resultados de su trabajo pudiesen servir para el diseño de políticas preventivas tanto en la escuela como en la familia, que pudiesen evitar, o al menos paliar, comportamientos y hábitos digitales peligrosos.
Los especialistas monitorizaron los hábitos digitales de 3.569 preadolescentes de colegios e institutos de varias autonomías. En primer lugar determinaron, mediante preguntas y escalas científicas, el grado de afectación de los escolares por FoMo, un fenómeno psicológico caracterizado por la angustia ante la posibilidad de que otros estén viviendo experiencias gratificantes en la red de las que se sienten excluidos.
En segundo lugar, compararon el grado de incidencia de este trastorno con la existencia o la predisposición a padecer alguno de los comportamientos problemáticos más extendidos en el ámbito digital.
El resultado de cruzar los datos fue que los niños y adolescentes que experimentan niveles medios o altos de FoMo en su relación diaria con las pantallas son también los más susceptibles o vulnerables a la hora de realizar un uso desviado de la tecnología digital o a involucrarse en hábitos de riesgo.
En concreto, detectaron una conexión habitual entre el miedo a perderse algo en el móvil o el ordenador y el uso problemático de la redes sociales, los trastornos de juego en internet (esencialmente videojuegos) y otro problema psicológico novedoso, la nomofobia o miedo a la desconexión digital.
El trabajo también desveló que son las chicas y los estudiantes de cursos superiores, los que ya están inmersos en la primera etapa de la ESO, los que presentan los mayores niveles de FoMo 'online' y, por consiguiente, también los que más expuestos están a los comportamientos de riesgo o hábitos perniciosos digitales.
«La investigación ofrece importantes hallazgos sobre el impacto del miedo a perderse algo 'online' en la adolescencia temprana, revelando que esta ansiedad está estrechamente relacionada con otros riesgos derivados del uso inapropiado de la tecnología», asegura Joaquín González Cabrera, investigador principal del grupo Ciberpsicología de UNIR.
Este profesor y coautor del estudio señala que «la preocupación debe ser alta debido a la edad de la muestra» y que «esto nos alerta, una vez más, sobre la necesidad de ejecutar estrategias preventivas dirigidas tanto a familias como a centros educativos, enfocadas a promover un uso más saludable y equilibrado de las tecnologías».
Jessica Ortega-Barón, primera autora de la investigación, subraya que «las diferencias que observamos entre sexos y cursos académicos son también cruciales para el diseño de estrategias efectivas para programas de concienciación en los centros educativos y de mediación parental en el ámbito digital». «Tener en cuenta -añade- que al inicio de la educación secundaria el FoMO es mayor nos permite elaborar estrategias específicas antes de que suceda el problema, que además deben tener en cuenta la perspectiva de género».
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