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Cielo estrellado sobre la catedral de Santiago de Compostela. Efe
La noche en la que vimos las estrellas en la ciudad

La noche en la que vimos las estrellas en la ciudad

El apagón dejó bajo mínimos la contaminación lumínica y permitió observar la inmensidad del cielo, con la Osa Mayor, Júpiter y Marte muy reconocibles

Martes, 29 de abril 2025, 17:58

Mientras millones de hogares se quedaban sin electricidad, cientos de trenes dejaban de moverse y el caos de tráfico se apoderaba de las ciudades, hubo quien aprovechó el apagón para lanzarse a las calles por la noche, alzar la vista y simplemente contemplar un cielo estrellado que brillaba con más fuerza que nunca gracias a la ausencia de contaminación lumínica.

Sin semáforos ni alumbrado público funcionando y con las viviendas y oficinas a oscuras, los vecinos de los municipios que al caer el sol tuvieron la 'suerte' de seguir sin luz eléctrica pudieron disfrutar de un espectáculo nocturno nunca visto en entornos urbanos.

La mínima contaminación lumínica (no fue total puesto que circulaban coches con los faros encendidos) y el hecho de que fuera una noche despejada y sin luna envolvió la bóveda celeste en un manto de oscuridad en el que estrellas, constelaciones y planetas danzaban como luciérnagas.

El astrofísico navarro Fernando Jáuregui dice que se quedó con las ganas de disfrutar del fenómeno (en Pamplona la luz volvió a primera hora de la tarde) por lo extraordinario de ver las estrellas desde su barrio. «En general es casi imposible por el exceso de luz artificial en las ciudades», se lamenta. Por eso, añade, el apagón eléctrico representó «una ocasión única» para mucha gente que «seguramente» se quedó «extasiada» al ver sobre sus cabezas algo que nunca habían contemplado desde la calle. «El apagón ha sido como un recordatorio de que las estrellas están ahí todas las noches. Cuando pasan estos hechos extraordinarios te das cuenta de muchas cosas que igual son sabidas, pero no vividas», reflexiona.

Jáuregui, que durante más de 30 años ha sido el responsable de producción y pedagogía en el Planetario de Pamplona, lamenta que cada vez sea más difícil ver las estrellas en las ciudades porque cada vez hay un exceso de luz artificial por la noche, «mucha más de la que necesitamos». Según el experto, España es uno de los países con más cantidad de luz instalada en las calles. «Ponemos muchísima más luz que Alemania o Francia. ¿Por qué? Cuando pedimos explicaciones nos argumentan que cuanta más luz, más seguridad, pero todos los estudios que se han hecho no correlacionan los delitos con la iluminación nocturna», afirma.

La reina de la primavera

En el cielo nocturno del lunes lucieron con fuerza estrellas, planetas y constelaciones con nombre propio. Según el astrofísico Telmo Fernández Castro, director del Planetario de Madrid, los que esa noche se asomaron al firmamento pudieron observar Júpiter, Marte y presidiendo todo lo alto de la bóveda celeste el carro de la Osa Mayor, la constelación más reconocible en el hemisferio norte y muy visible en estas noches de abril. Por algo la llaman la reina de la primavera. También se pudo ver Leo, una de las constelaciones zodiacales que mejor se aprecia en primavera con sus dos estrellas más brillantes, Régulo y Denébola, y la Estrella Polar, el reluciente astro de la constelación de la Osa Menor.

En Madrid, donde la luz empezó a barrer la oscuridad de plazas, parques y calles entre las diez y las doce de la noche, Fernández Castro sí pudo disfrutar de «la maravilla» de mirar «la inmensidad del universo» y hacerlo sin tener que buscar un punto de observación libre de luz artificial en algún paraje de la sierra o lejos de la capital. «Mirar al cielo te permite no sólo reflexionar sobre el propio universo, sino sobre la propia identidad humana», celebra el astrofísico. «Estos momentos de caos», señala en referencia al apagón, «nos pueden servir para dar un poco de perspectiva a nuestro propio sentido de la vida». «Mira que llevo años trabajando en esto, pero el cielo no deja de asombrarme. Cada vez que miras el cielo en un entorno sin contaminación lumínica te dices 'Madre mía, se me había olvidado esta maravilla'».

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