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Fue casi como un trabajo de estiba. Por las dimensiones, por el peso y por la complejidad de moverlo. El rorcual común ('Balaenoptera physalus') que fue encontrado muerto el pasado lunes en la costa de Las Palmas de Gran Canaria no solo era más grande que un contenedor de carga (el cetáceo rondaba los 18 metros) sino que casi pesaba tanto como un container cargado (27 toneladas de animal) o una guagua articulada a tope de gente. Por eso, sacarlo del agua exigió más de cinco horas de trabajo.
«Costó más de lo que pensábamos porque no cabía en el primer camión que trajimos para llevarlo a Juan Grande», explicó el responsable del centro de recuperación de fauna silvestre del Cabildo de Gran Canaria, Pascual Calabuig, quien asegura que es uno de los animales de mayores dimensiones que han llegado a las costas de la isla.
El profesor del Instituto Universitario de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Manuel Arbelo confirmó esta impresión respecto al que es el segundo animal más grande del planeta, solo superado por la ballena azul ('Balaenoptera musculus').
Las dimensiones del animal varado obligaron al equipo de rescate a ir cambiando de estrategia. La idea inicial era izarlo directamente desde el puerto Juan Sebastián Elcano, donde pasó la noche varado. Sin embargo, las dificultades para trasladar allí las grúas aconsejaron llevarlo hasta las instalaciones de Astican, donde hay elevadores con capacidad para levantar un barco.
De nuevo Salvamento Marítimo vino al rescate y atoó al rorcual hasta la atarazana. Sin embargo, todavía quedaba faena por delante.
«Lo complicado era darle estabilidad para poder izarlo», explica el gerente de Reprosub, José Luis Samper, «como se trata de un cuerpo largo y muerto, tienes que ir buscando el equilibrio hasta que queda estable».
Por tanto, hubo que ir rodando las cintas que sirvieron para tirar del animal. Cada cinta de las utilizadas puede soportar hasta 20 toneladas de peso, pero se decidió utilizar tres para repartir la carga. Estas cintas, que tienen unos 18 metros de largo, están confeccionadas con elementos sintéticos, que evitan los cortes en el cuerpo que pueden producir las cadenas o los cables de acero, expuso Samper.
Un buzo fue el encargado de colocar estas cintas alrededor de la cabeza para luego irlas moviendo a lo largo del cuerpo del rorcual común. El animal fue izado en cinco ocasiones hasta que se consiguió lograr la posición correcta de las correas, de modo que permitiera tirar del cetáceo sin mayores problemas.
Al final, pudieron colocarlo sobre un gran camión con plancha que partió a primeras horas de la tarde hacia el vertedero de Juan Grande, escoltado por agentes de la Guardia Civil.
La tardanza en el izado de la ballena y el horario de funcionamiento del ecoparque Gran Canaria Sur impidió que los veterinarios del IUSA realizaran la necropsia, que queda agendada para este miércoles.
Hasta que no concluyan los análisis, no se podrá conocer la causa de la muerte. De momento, lo que se ha podido saber es que el rorcual común no presentaba cortes externos, más allá de las mordeduras de los tiburones, que se comieron la lengua, o de los roces propios de las maniobras de izado, según explicó el doctor Manuel Arbelo.
El animal también había perdido las barbas que utilizan los misticetos para filtrar el alimento del agua.
Los rorcuales comunes tienen presencia en todos los océanos del planeta, excepto en el Ártico. En el hemisferio norte pueden alcanzar los 24 metros de longitud (los machos suelen ser dos metros más pequeños) y pesar hasta 120 toneladas.
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