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Los modelos advierten de que la Circulación de Inversión Meridional del Atlántico (AMOC) -un conjunto de corrientes superficiales y profundas que transportan aguas cálidas al norte y frías, al sur- puede llegar a paralizarse en el futuro, lo que provocaría un fuerte impacto en el clima, con un descenso de las temperaturas en Europa y la desertificación en latitudes más bajas, como la de Canarias.
Sin embargo, estas predicciones, que vaticinan el colapso de la corriente circular Atlántica en la segunda mitad de este siglo, no están respaldadas por observaciones sobre el terreno.
Para testar a través de datos concretos cómo está cambiando este flujo que modula la temperatura en Europa, un grupo de científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) se ha embarcado en una campaña oceanográfica que tiene como objetivo rescatar los sensores que desde 2021 recaban datos en la mitad del océano Atlántico, en el meridiano 10º oeste, desde la latitud 34º sur hasta la 14º sur, fondeados a unos 4.000 metros de profundidad.
«Hace cuatro años instalamos en el fondo del océano, en mitad del Atlántico Sur, cinco instrumentos que contienen cuatro años de datos y nos van a proveer de información sobre el intercambio en el transporte de masa, calor y agua dulce entre la cuenca oeste y la cuenca este», explica desde el buque oceanográfico 'Hespérides' el investigador de la ULPGC y director de la campaña, Alonso Hernández Guerra.
La comunicación satelital se corta a menudo. Los científicos de la campaña South Atlantic Connection SACO10W14S están, literalmente, en medio del Atlántico, justo en la zona donde se produce el giro subtropical de la corriente, una cinta transportadora gigante que mueve masas de agua fría hacia el sur y cálidas al norte.
«El Atlántico es el único océano donde hay un transporte de calor desde 50º sur hasta el Ártico gracias a la corriente AMOC y eso hace que la temperatura de Europa sea más templada que la de Norteamérica. A una misma latitud, por ejemplo, los inviernos de Lisboa son una media de 10ºC más cálidos que los de Nueva York», explica el investigador.
«Cualquier variación en esta corriente oceánica repercutirá en el clima. No solo en Europa, sino en todo el mundo», apunta.
La campaña pretende medir la variabilidad de varias corrientes que confluyen en esta zona: la de Benguela, que va desde Sudáfrica a Brasil, desde la superficie a los 1.500 metros de profundidad, y otra que discurre en aguas más profundas -de 4.000 a 6.000 metros- de Brasil a Sudáfrica y que transporta agua procedente del Ártico. «Es la corriente más pesada de todas. Pero, debido al deshielo, este agua disminuye su salinidad. Su densidad está bajando y está modificando el agua que hay entre los 2.000 y 4.000 metros de profundidad», explica Hernández sobre dos flujos que conforman la cinta transportadora global.
«Cualquier variación de una de ellas implicará una variación de la otra», subraya. «Pero hasta ahora, ningún científico 'in situ' ha encontrado una variación de la AMOC. Estamos intentando determinar esa variación y su ritmo para saber cómo podemos actuar», explica el científico que puntualiza que otras campañas han recabado datos específicos sobre la AMOC, pero en otras zonas, en el Ártico y entre las latitudes 24º norte y 34º sur.
Por ahora, tras 26 días de navegación, los científicos ya han rescatado cuatro de los cinco instrumentos del lecho marino. «Le mandamos una señal y esperamos su respuesta», dice sobre el método para localizar y rescatar los aparatos. Desde que se emite la señal desde la superficie hasta que se obtiene la réplica pasan seis segundos eternos. «El nerviosismo es grande, por si no hay respuesta, y no se consigue a la primera. Hay que insistir», dice el científico sobre la primera campaña española que está usando este tipo de instrumentación y que coloca a la ULPGC en la vanguardia de la oceanografía física.
En medio del océano todo es muy complicado. Aún no han tenido tiempo de analizar los datos. Los están extrayendo y distribuyendo en cajas-espacio-tiempo (STB) cada cuatro horas. La comunicación se corta otra vez.
Será el 19 de mayo cuando el equipo vuelva a pisar tierra en Salvador de Bahía (Brasil).
En la campaña, posible gracias al apoyo de la Armada Española y de la Unidad de Tecnología Marina, además de Hernández, participan los investigadores de la ULPGC Mara Navarro Buiges, Ion Urtiga Chasco, Javier Díaz Pérez, Daniel Santana Toscano, Miguel Ángel Gutiérrez Guerra, José María Ramos Fernández y María del Río Díaz. Comparten buque y proyecto con científicos del centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).
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